Golpe en Ecuador, una desgracia con suerte.

 

El programa ultra-K, 678, venia insistiendo con un tape en que, fuera de contexto, se lo veía al ex director del ahora fundido diario Critica, Jorge Lanata, repitiendo: “estoy harto de la dictadura”. Dentro de contexto lo que decía era peor, y cierto es que Lanata no está ni cerca de tener ideas pro-dictadura, pero no menos cierto es que esos dichos reflejan un sentimiento del periodista, evidentemente compartido por un pedazo de la parte de la sociedad que lo escucha. A esa gente, que integra una parte de los que llamamos “progres” los abofeteó la realidad con el intento de golpe al gobierno del presidente que se parece a Chayane, Rafael Correa.

Este golpe de estado empezó con la Ley de Servicio Público que, entre otras cosas, traslada los bonos al salario corriente de los miembros de los organismos de seguridad. El mismo Correa se auto declara amigo de la yuta y jura que: “nunca se beneficiaron tanto como con este gobierno”. Sin embargo, los medios clarinearon la noticia poniendo el foco en la quita de bonos, que se distribuyen más o menos a discrecionalidad.

Los policías comenzaron a tomar cuarteles. Correa, hasta ahora nuestro único héroe en este lio, se acercó negociando y luego se descamisó al grito de: “si quieren matar al presidente acá lo tienen, mátenlo.”

No lo mataron. En cambio le tiraron una granada de gases lacrimógenos cuando se iba, ¿Se puede ser más policía? Si, y lo fueron: el presidente fue a un hospital, porque la granada le explotó cerca de la rodilla, los ratis tomaron el hospital y a Correa de rehén. De mientras la fuerza aérea se declaró en rebeldía y sublevaron los aeropuertos.

El estudio de la actitud de la prensa ecuatoriana excede los tiempos disponible en el periodismo que, según se anda diciendo ahora, es un tirano. Pero podemos manejar la posibilidad de que, si el gran diario argentino llamó al ya claro intento de golpe de estado “Tensión en Ecuador”, es probable que los medios ecuatorianos también hayan informando fuera del tarro.

El resto del ejercito, salvo la aviación, se declaró leal al presidente secuestrado pero, con el animo conciliador de la mesa de enlace, le pidió al presidente que la asamblea revea la ley. Correa escuchó la misma propuesta por policías, militares y seguramente demases y a todos les respondió que la decisión fue tomada por los representantes del pueblo según la ley vigente, y que no la iba a cambiar porque del hospital se iba “presidente o cadáver”.

El pánico en Ecuador cundió fuerte, se declaró el estado de excepción –algo así como el estado de sitio- y todos los medios transmitieron en cadena. Se llegó a informar robos de hasta cinco bancos, se produjeron saqueos ante la ausencia de policías. durante la tarde la situación se fue tranquilizando con la reincorporación de cuerpos no rebeldes y la intervención de las fuerzas armadas.

Mientras tanto el secretario de Unasur, Néstor Kirchner, levantaba el teléfono rojo y convocaba a los lideres sudamericanos. Hugo Chávez lanzó la proclama en twitter: “Están tratando de tumbar al Presidente Correa. Alerta los pueblos de la Alianza Bolivariana! Alerta los pueblos de UNASUR! Viva Correa!!”, Cristina Fernández de Kirchner declaró el unánime apoyo de la Republica Argentina al Presidente Rafael Correa, Evo Morales acusó directamente a Estados Unidos de propiciar un golpe contra la Unasur y presidentes de países integrantes de la organización se juntaron en el edificio de Cancillería. En fin, la liga de la justicia otra vez unida.

Mientras los diarios informaban que en Ecuador la insurgencia había tomado el congreso, militantes argentinos marchaban a cancillería y el muerto se rió del degollado: honduras declaró su repudio.

Tras varias horas de tensión un grupo comando ingresó al hospital donde Correa estaba secuestrado y lo traslado al palacio presidencial en donde juró “ni olvido ni perdón”, acusó al ex presidente del intento de golpe, explicó en detalle la Ley de Servicio Público y pidió silencio en honor a sus captores, heridos en la batalla, sangre derramada inútilmente. Por aquí y al cierre de esta edición, estaba empezando la reunión de presidentes para analizar lo sucedido.

La desgracia con suerte es que tal vez, esta muestra cabal de la fragilidad de algunas democracias en Sudamérica le recuerden a la parte del publico que ve Lanata porque no conviene olvidarse de la dictadura.

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